domingo, 19 de mayo de 2013

Testigo oculto / Testemunha oculta


Ella mantiene la vista lejos, lejos de él. No quiere mirarlo, solo lo hace cuando acentúa una frase, o una palabra. Él tiene la vista fija en ella. 
Arrodillado en pie, él intenta una especie de abrazo que no llega a destino, el brazo rebota en el cuerpo de ella, queda colgando en la nada.
Hay una pregunta de él que duele, una lágrima rueda por la mejilla de ella. Con un suave movimiento ella levanta los anteojos y la limpia. Si! Es la respuesta a esa pregunta, y otra lágrima estalla en el otro ojo.
Hay otro intento de caricia, más tosco aún que el anterior, da la impresión que esos cuerpos se olvidaron de cómo tocarse.
Ella se limita a balancear la cabeza diciendo no, y con su mano arranca esos dedos que quedaron presos en su pelo.
Él intenta proponer una nueva discusión, cambiar el eje, tal vez, pueda demostrar que ella está equivocada...
No, ya está, que no quiere más, ella dice, que ya fue, que se quiere ir. Ya no se miran, solo ven el suelo, ese suelo en el que discutieron por última vez. 

Se separan, se van, cada uno por su lado, cargando porciones iguales de dolor. Y si alguno de los dos hubiese mirado hacia atrás, hubiese notado que una tristeza enorme les deformaba incluso, hasta la forma  de caminar.

Yo lo noté, y tomé nota, pero ellos no lo saben.


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Ela mantém a vista longe, longe dele. Não quer olha-lo, somente quando entoa uma frase, ou uma palavra. Ele tem a vista fixa nela.
Ajoelhado em pé, ele tenta uma espécie de abraço que não chega a seu destino, o braço rebate nela, fica solto no nada.
Há uma pergunta dele que dói; uma lágrima rola pela sua bochecha e ela com um leve movimento levanta os óculos e a limpa. Sim! É a resposta a essa pergunta, e outra lágrima se explode no outro olho.
Há outra tentativa de carícia, mais tosca ainda que a anterior, dando impressão que seus corpos esqueceram de como tocar-se.
Ela se limita a balançar a cabeça dizendo não, e com sua mão arranca os dedos dele que ficaram presos em seu cabelo.
Ele tenta propor uma nova discussão, mudar o eixo, talvez, possa demonstrar a ela que esta errada...
Não, chega, que não quer mais, ela disse, que já foi, que quer ir embora. Já não se olham, só vêem o chão, esse chão que discutiram pela última vez.

Eles se separam, se vão, cada um por seu lado, carregando porções iguais de dor. E se algum dos dois tivesse olhado para atrás, teriam notado que uma tristeza enorme os deformava inclusive, até na forma de andar.

Eu notei, e tomei nota, mas eles não sabem.


jueves, 14 de marzo de 2013

Idioma universal


Ella estaba ahí, tejiendo, sin importarse. Él estaba viendo el partido, sufriendo, dando patadas absurdas al aire.
Juntos, sin siquiera mirarse, gustaban de la compañía del otro, se sentían tranquilos, no tan solos.

Gol! El grito la despaviló, una aguja perdió el punto en el sobresalto.
- Do seu?- preguntó ella, sonriendo, los cachetes colorados tratando de encaminar el tejido nuevamente.
- Sim vó, o argentino fez o gol.

Ella reía, encontraba gracioso el ver a un hombre sufriendo frente a un televisor. Y recordaba a uno de sus hijos, enfermo también por su club. Ella decía que su hijo no es torcedor do Fluminense, ele é doente pelo Fluminense...

Al pie del morro, los bandidos hacían campana en la esquina. Algún traficante, o bandido poderoso está alojado en el morro, aquí al ladito, y deja secuaces en las entradas a la favela, para que le avisen en caso de un operativo acercarse. Ellos también parecían no importarse con el argentino que estaba jugando allá en España, y mucho menos, con el argentino que estaba acá en Brasil viendo el partido.

- Os times são argentinos?
- Não vó, o azul e vermelho é da Espanha, e o branco da Italia. O argentino joga no azul e vermelho. Messi...

Ella sonrió, y lo miró. Él, ya experimentado en conversar con ella, sabiendo que las veces que no entendía su portugués de principiante, también podían ser las veces que no escuchaba nada.

- Conhece ele?
- Quem?
- Messi, ele é argentino, conhece?
- ... conheço não... olha, eu sou brasileira, gosto do futebol mesmo, mas... não me importo muito com os jogos. Na copa do mundo, eu fico feliz se Brasil ganha, mas...

- Gol carajo!! La puta madre vamos todavía!!
Ella reia - ... do seu rapaz? engraçado...
- Sim vó... o argentino de novo fez o gol...

Ella cantaba ahora, importándole menos que nunca el resultado o los argentinos y el fútbol. Afuera, ahí abajo, se escucharon unas aceleradas, la curiosidad lo movió de su asiento y se asomó a la calle para ver. Ya no había nadie. Algo sin duda había pasado, pero fue demasiado fugaz para verlo.

- O rapaz! Aí fizeram mais um gol...

Él volvió corriendo, otro gol del Barça, la clasificación estaba asegurada. Ella se estaba yendo a la cocina, el tejido quedó abandonado en el sofá. Desde la cocina, ella pareció pensar en voz alta:

- ... um argentino, ele era fofinho. Vocês tinham um argentino que jogaba futebol há ums anos... esqueci o nome dele... engraçado...


jueves, 7 de febrero de 2013

Saque de arco


El arquero, el que estaba atajando hasta que le hicieran un gol, sacó. Tomó la pelota entre sus manos y la pateó lejos, allá, con la intención que cruce la mitad de la cancha, bien lejos, para que caiga y se debata ahí, entre los empujones y los codazos.

Las cabezas llenas de tierra asistían el vuelo interminable del juguete que los reunía, como todos los días, en ese pedazo de tierra que ellos mismos habían denominado "El parque de los príncipes", la canchita del nudo 7. Tenían otros estadios dentro del barrio, la del nudo 5 era "El teatro de los sueños", y en el nudo 1 se encontraba "El maracaná", quizás, de todas las del barrio, la más peligrosa. No tanto por la superficie del campo (una mezcla de asfalto y brea, llena de vidrios y todo tipo de elementos "raspantes") sino por el público que envolvía al terreno de juego: ladrones y asesinos conocidos.

Una disputa por el balón se generó cerca del area. Una disputa por la pelota que era mucho más que esos empujones y codazos, mucho más que los tacazos y rodillazos a la parte posterior del muslo. Y era más porque no solo se estaba disputando esa pelota que venía cayendo, a toda velocidad, en esa dirección. Era una disputa que había empezado dos días atrás, en el baile del barrio, en el club "Patria".

El Patria era el lugar donde la gente del barrio, la más pobre, asistía los sábados a la noche para divertirse y bailar, para concretar amores, para beber hasta perder la conciencia, para fumar mariguana, para tomar sicotrópicos con alcohol, para meterse cocaína en la nariz, para agarrarse a piñas, para dar inicio a guerras que desembocarían en tiroteos interminables, de días, entre las bandas de ladrones.

Algunos se acuerdan que la pelea empezó por una mujer, que era la novia de uno, pero que, aparentemente por error u omisión, por abuso de alcohol o simplemente por deporte, estaba a los besos y abrazos con otro.
El uno, el "traicionado", se enteró, y sin pensarlo ni meditarlo demasiado, le quebró una botella de cerveza en la cabeza a su rival, al otro, al "traidor".
La cosa terminó en una pelotera interminable, que vio su final cuando el personal policial, que siempre estaba en la puerta del club, entró, repartiendo de manera generosa cuanto palo pudo, abriendo cabezas y camino al epicentro de la efervescencia.

Ahí estaban ahora, tanto el "uno", empujando y dando golpes cortos con los nudillos a los riñones, como el "otro", con un vendaje lleno de tierra en la cabeza, metiendo tacazos y codazos en la panza, esperando que la pelota cayera cerca.

Detrás de uno de los arcos, estaba el hermano del "otro", el del vendaje, asistiendo al partido, disfrutando de su día en libertad número 10, o tal vez 11, luego de una temporada larga en prisión, o en "canoa", como decían por ahí, por el delito de robo calificado.

La pelota comenzaba a caer, dispuesta a dar en un pie, quizás en un pecho flaco, embarrado de transpiración y tierra, cuando el hermano del "otro", entró al terreno de juego.
Los rayos de sol, avisaron del peligro, hicieron brillar la mano de quién invadió el campo de juego del "Parque de los príncipes", que nadie supo ver, hipnotizados todos por el vuelo de la redonda.
El del vendaje, quizás prevenido por alguna señal, quizás habiendo escuchado su nombre, o una clave, se desentendió de la jugada. Se alejó de su marcador y lo miró con cara de idiota, mientras quién defendía, aún sin entender el porqué de la reacción, era tomado por el hombro y girado 180 grados, para recibir una puñalada con un cuchillo "tramontina" en la panza.
La pelota picó, y dio un par de saltos más, pero nadie fue tras de ella. Los ojos se posaron en la expresión de terror del "uno", el traicionado, que se agarraba la panza y parecía recordar y entender, ahora sí, mientras caía de rodillas, con las manos bañadas de sangre, el porqué de su desgracia.