sábado, 29 de enero de 2011

Hereford

Lo hice de nuevo, me volví a tatuar. Uno más, y parece mentira pero, cada vez que me hago uno lo dejo como las películas de ahora: pidiendo continuación. En mi defensa no puedo decir mucho más que lo hago porque me gusta tenerlos, me agrada la forma en que adornan mi cuerpo. No adhiero a los que buscan darle un sentido más allá de lo visual. Porque por más que en un momento de tu vida te hayas sentido el protector de los tuyos, y que en los momentos en que había que poner el pecho y parar las balas fuiste el primero en asomarte, no creo que eso le de más sentido al escudo y las espadas medievales que te hiciste en el antebrazo. Pero es solo una opinión, y no es lo que me atrae a este teclado en este momento. Sí lo es, en cambio, la recopilación de preguntas y respuestas recibidas luego de exhibir el flamante adorno dérmico.



Ante los primeros, la reacción y la respuesta de mi viejo siempre fue la misma, una frase: "bah, yo no me voy a andar marcando el cuero como una vaca..."
Pero cambiando la persona va cambiando la reacción al ser exhibido el tatuaje.
Está el que piensa qué podría haber hecho con esa plata en vez de tatuarse: ¿cuánto te salió?. Y se muerde el labio inferior pensando en la de cosas que se hubiera comprado con 5 gambas.
Tuve de los que se compadecieron y sufireron mi dolor en la camilla: Ay, ¿te dolió mucho?
Hubo reflexivos, siempre analizando y midiendo sus reacciones y decisiones, y por ende, las de los demás: ¿y no te vas a arrepentir de llevar eso toda la vida?. Y ante una respuesta del estilo: Me lo puedo remover con laser, o taparlo con otro. Salta el primero y me dice: ¡No hubieras gastado las 5 gambas en primer lugar para eso!
Hay quienes dicen que los tatuajes están de moda, y que dentro de algunos años, lo "cool" va a ser poder mostrar el cuerpo virgen de manchones de tinta. No es tan loco pensar eso.
Y la verdad que después de recibir y comparar las reacciones, escuchar los diferentes argumentos a favor y en contra de los tatuajes, no me arrepiento para nada, y por supuesto que seguiré tatuándome.
Y para terminar, les dejo la reacción de mi viejo ante este nuevo tatuaje, al -por ahora, y solamente por ahora- último de ellos:


-¿Sos pelotudo Sergio...?