sábado, 30 de mayo de 2009

Inseguridad- Lo que hay que saber.

La inseguridad es algo con lo que lamentablemente aprendimos a convivir. Roban, asaltan, y todos sus sinónimos los encontramos a diario en nuestros periódicos y noticiosos. Es por eso que decidí ensayar una suerte de guía práctica, para saber que hacer y que no hacer ante un hecho de esta índole.


Robos en la vía pública.


Siendo víctima.

No intente resistirse, procure mantener la calma, recuerde que muchos de los crímenes violentos son provocados por reacciones de las víctimas. No sea policía, eso enfurece a los delincuentes.
Camine si se lo indica así el mal viviente, quédese quieto caso contrario. Limítese a entregar lo que se le pide, ni más, ni menos. El "movicon" es el celular, el "sarso" es el anillo, "habilitá las marrocas" es dame las pulseras, "la soga" es la cadena, "cerrá el orto" es callate la boca, "quedate piola la concha de tu madre" es no te muevas ni grites por favor. Familiarícese con estos términos, los delincuentes también necesitan meter muchos robos en un día para que les rinda, no tienen tiempo para explicaciones. Una vez entregadas sus pertenencias, a pesar de sentir que ya no hay nada más que hacer, no intente retirarse ni pregunte si ya está. Es derecho y obligación del ladrón dar por terminada la entrevista.
Y por último, obedezca las instrucciones post robo. Por lo general ellos no constatan que así lo haga, pero si le dicen: "¡Vas a caminar tres cuadras para allá, y una para allá. ¡Sin correr! ¡Y no te des vuelta la concha de tu madre porque te meto un tiro! ¡¡Hijo de puta!!". Hágalo,siga al pie de la letra las instrucciones, no le quite el único momento poético al asalto. Creo que es todo por ahora, con eso va andar bien. Recuerde estar calmo y piense que lo más valioso que tiene es su salud y su libertad, que los dioses lo protejan.


Siendo victimario.

Elija bien, no caiga en el error de seleccionar a su presa al azar, basándose en las apariencias. Sígala unas cuadras, visite los mismos negocios, pise las mismas baldosas, pídale fuego, pregúntele por alguna calle ¡amenácelo de muerte si no le da toda la guita!
Atenti con los que se quedan calmos, los que llevan la tranquilidad hasta la indiferencia por lo general están preparando algo para usted ¡Ojos abiertos!.
Para darse cuenta si su víctima es un policía usted tiene varios caminos. Por lo general van vestidos de azul marino y llevan un escudo con un gallo en los hombros, o la chapa en la billetera y la 9mm en el bolso si van de civil. Cuide ese detalle, a los policías no le gusta mucho que los asalten a mano armada.
Golpear a la víctima no es algo recomendable por varias razones. Si usted es apresado, estos golpes adicionaran tiempo a su condena; por otro lado, cuando una persona golpea a otra en la calle, llama poderosamente la atención del resto de los transeúntes.
No se olvide del miedo, el miedo es algo que tiene que estar presente durante todo el tiempo que dure el hecho, insulte, amenace, degrade, todo lo que se le ocurra para asustar sirve, pero recuerde, en voz baja para no alertar al resto de los transeúntes.
Antes de liberar al infeliz, piense si ya obtuvo todo lo que deseaba, si ya le sacó todas las cosas de valor. Llamarlo nuevamente, habiéndolo liberado, le deja al asaltado la sensación de que no fue un golpe dado por un profesional. Esto pone en juego la credibilidad de quien lo robe después de usted.
Espero haber sido de utilidad, recuerde comprobar que su arma esté cargada antes de salir, y buena suerte.

Imágen: Google.

miércoles, 27 de mayo de 2009

A hacer acera

Hay cada vez más gente dispuesta a caminar menos, la cantidad infinita de autos que atiborran las avenidas me lo demuestra a diario. Claro que uno no puede pretender caminar desde Luis Guillón a Hurlingham todos los días, pero en algunos casos se abusa del automotor.
Deberíamos aprender de nuestros hermanos del reino animal a darle más uso a nuestras extremidades inferiores. Los chanchos no andan en moto porque no saben, o no pueden acelerar con las pezuñas, o porque no distinguen los colores del semáforo, sin embargo andan felices a pie, o a pata, y entre la mierda, eso es cierto, y para nada envidiable.

Hay que salir a caminar, por el bien propio y por el de todos, para disminuir los accidentes de tránsito y mejorar la circulación, para fomentar el conocerse con los vecinos, y erradicar la bocina de nuestras calles.

Siguiendo con los animales, pero pasando de los que están arriba de los autos a los que tenemos como mascotas, me acerco al (a mi entender) mejor de todos, el perro.
Seguramente se habrán preguntado más de una vez ¿Cuántos kilómetros es capaz de recorrer mi perro? ¿Ah no? Bueno, yo se los voy a reponder igual. Y con varios ejemplos.
Todos conocemos al menos un perro de esos denominados "pelotudos" que no se quedan quietos, esos perros que no paran de dar vueltas. Fue observado uno de estos ejemplares y se calculó que recorría un círculo de 3 metros de diámetro. Es decir que con cada vuelta que daba recorría algo así como 9 metros. Se le calcularon un promedio de 30 vueltas por minuto, dando un total de 18 km por hora. Este adorable e incansable (y re-pelotudo) can le dedicaba 5 horas a esta actividad, dando un resultado total de 90 kilómetros diarios sin dar muestras de cansancio.
Hay perros de caza que siguen rastros recorriendo 230 kilómetros de un tirón.
Otra prueba de esta habilidad es la persecución de los galgos tras el zorro durante dos días, en los más rápidos se contabilizaron 750 kilómetros sin parar. Un montón, no jodamos.

Hagamos como nuestro mejor amigo, caminemos. No digo todos de la mano, no digo todos para el mismo lado, pero al menos pisemos un poco esta tierra de la que nos consideramos dueños. La próxima vez que estés por salir, evaluá tus opciones, en una de esas cambiás el sonido metálico de las llaves del auto por el de la correa de él, que te va a escuchar, y se va a poner contento.

Fuente: Psicología y adiestramiento del perro. León F. Whitney- Ediciones Bellaterra

viernes, 22 de mayo de 2009

¡Vuela halcón! (parte I)

Estábamos jugando en la vereda, los cuatro hermanos y los dos primos. Papá trabajando, mamá y la abuela mateando, charlando, cuidando de reojo. Su presencia nos recordaba lo que pasaría si nos peleábamos, o nos mandábamos una cagada.
No hacía mucho se había muerto Sultán, un perro de mi abuela casi ciego, que a pesar de sus años y de su ceguera, jugó con nosotros hasta el último día. Y lo acariciábamos, que para eso son las mascotas, para acariciarlas. Y con ganas de acariciar a mi mascota me escabullí en la casa. Silbando bajito, como dicen. Mamá y la abuela ni me miraron, siguieron la charla, creo que susurré "voy al baño" por si acaso. Atravesé el pasillo y llegué al living, desde la cocina llegaba el ruido del motor de la heladera, afuera había corridas y risas, el resto de la casa en silencio, toda para mí.
Salí al patio y miré hacia arriba, ahí estaba, inquieto, atrapado, lo supuse aburrido, asustado. Después me di cuenta que estaba esperando ansioso que se le presente una oportunidad como la que se le presentó.
Agarré la escalera y la apoyé sobre la pared, comprobé que nadie me observara y comencé a subir despacio, para no ponerlo nervioso. Una vez en la cima, comencé a abrir la pequeña puertita de la jaula.
Necesitaba acariciarlo.

-15 años después-

Walter se escarbaba peligrosamente la boca con un cuchillo y reía. La conversación, como es costumbre en nuestros asados, giraba en torno a anécdotas graciosas o accidentadas.
-Me acuerdo que lo vi entrar calladito y dije "este va a joder al pájaro" y luego de un rato lo seguí. Me quedé escondido en el pasillo, sin hacer ruido. Al asomarme vi que apoyaba la escalera al lado de la jaula, como me había imaginado. Esperé que estuviera arriba de todo, corrí al patio y le grité ¡¿Qué hacés?!
Una carcajada interrumpe el relato, es que varios de los presentes conocen el descenlace. Walter dice que lo mejor fue mi cara al ver a la mascota sobrevolando el patio, alejándose a toda velocidad.

Desesperezo...

Y se despertó, se frotó los ojos y estiró los brazos. Y dijo, se dijo:
-...no tengo ganas...
Y miró el reloj, que a esta altura ya lo considera como un enemigo.
-¿El reloj? ¿O es el tiempo mi enemigo? Mejor el reloj, el tiempo es algo muy grande. Tanta gente trató en vano detenerlo, o retrocederlo, disimular su paso, o entenderlo... mejor me la agarro con el reloj.
Todo tal cual lo dejó la noche anterior, un quilombo. Viendo las cosas que iba a extrañar durante el día se metió en el baño. Una vez limpio y seco se vistió, (hoy la camisa va arrugada, y al que no le gusta...) salió y se tomó el bondi.
Una jornada más de hacer lo que no quiere, queriendo lo que no puede, esperanzado en que, algún día logrará lo que se merece.