viernes, 22 de mayo de 2009

¡Vuela halcón! (parte I)

Estábamos jugando en la vereda, los cuatro hermanos y los dos primos. Papá trabajando, mamá y la abuela mateando, charlando, cuidando de reojo. Su presencia nos recordaba lo que pasaría si nos peleábamos, o nos mandábamos una cagada.
No hacía mucho se había muerto Sultán, un perro de mi abuela casi ciego, que a pesar de sus años y de su ceguera, jugó con nosotros hasta el último día. Y lo acariciábamos, que para eso son las mascotas, para acariciarlas. Y con ganas de acariciar a mi mascota me escabullí en la casa. Silbando bajito, como dicen. Mamá y la abuela ni me miraron, siguieron la charla, creo que susurré "voy al baño" por si acaso. Atravesé el pasillo y llegué al living, desde la cocina llegaba el ruido del motor de la heladera, afuera había corridas y risas, el resto de la casa en silencio, toda para mí.
Salí al patio y miré hacia arriba, ahí estaba, inquieto, atrapado, lo supuse aburrido, asustado. Después me di cuenta que estaba esperando ansioso que se le presente una oportunidad como la que se le presentó.
Agarré la escalera y la apoyé sobre la pared, comprobé que nadie me observara y comencé a subir despacio, para no ponerlo nervioso. Una vez en la cima, comencé a abrir la pequeña puertita de la jaula.
Necesitaba acariciarlo.

-15 años después-

Walter se escarbaba peligrosamente la boca con un cuchillo y reía. La conversación, como es costumbre en nuestros asados, giraba en torno a anécdotas graciosas o accidentadas.
-Me acuerdo que lo vi entrar calladito y dije "este va a joder al pájaro" y luego de un rato lo seguí. Me quedé escondido en el pasillo, sin hacer ruido. Al asomarme vi que apoyaba la escalera al lado de la jaula, como me había imaginado. Esperé que estuviera arriba de todo, corrí al patio y le grité ¡¿Qué hacés?!
Una carcajada interrumpe el relato, es que varios de los presentes conocen el descenlace. Walter dice que lo mejor fue mi cara al ver a la mascota sobrevolando el patio, alejándose a toda velocidad.

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