jueves, 18 de noviembre de 2010

El roto perfecto


Munido de una masa y un cortafierros, un tipo se para frente al Banco Perlas de la avenida. Mira a su alrededor y saluda, con ademán cortéz, al puestero del quiosco de diarios. Éste, frunciendo el seño, devuelve el saludo y se pregunta a su vez ¿qué irá a hacer este tipo?.
El tipo, que pareciera adivinar el pensamiento del que lo mira, se agacha sobre la avenida y comienza a calar la calzada. Se mueve con rapidez, en unos pocos minutos hace saltar un pedazo de forma circular, del tamaño de un puño.

Ya con el fruto de su trabajo en la mano, el hombre guarda el cortafierros en uno de los bolsillos traseros del pantalón, y la masa en el otro. Da media vuelta y se dirige hacia la puerta del Perlas, seguido por el incesante bamboleo de herramientas, y la mirada del puestero.
Un policía que estaba apostado sobre uno de los lados, notó algo raro en el semblante del tipo, y poniendo su mano sobre la pistola hizo señas para alertar a su compañero.
El hombre, atento a las señas entre los policías, y viendo que lentamente comenzaban a rodearlo, se dirigió al medio del salón y carraspeó de manera ruidosa para que todos voltearan a verlo.
Ya con la atención de todos en su poder, levantó la piedra lo más alto que pudo y gritó:
- ¡Que nadie se mueva, esto es un asfalto!