lunes, 5 de octubre de 2009

Una nueva aventura


Desde mañana y hasta el 25 o 26 de octubre no voy a estar. Mis servicios son requeridos en otra provincia, esta vez con no tantas comodidades pero sí con las mismas satisfacciones, con la esperanza de seguir aprendiendo y la seguridad de estar a punto de vivir otra experiencia inolvidable. Les dejo un regalito para que se entretengan hasta que vuelva.

-Justamente. No hay nada que entender, ella misma me lo dijo la última tarde. Hay que creer. Yo tenía que creer simplemente lo que estaba ocurriendo, tomarlo con naturalidad: vivirlo. Como si se me hubiera concedido, o se nos hubiera concedido a los dos, un favor especial. Ese día fue una dádiva, y fue real. Y lo real no precisa explicación alguna. Ese sauce a la orilla del agua, por ejemplo. Está ahí, de pronto, está ahí de pronto porque lo iluminó la luna. Yo no sé si estuvo siempre, ahora está. Fulgura, es muy hermoso. Voy y lo toco y siento la corteza húmeda en la mano, ésa es una prueba de su realidad. Pero no hace ninguna falta tocarlo porque hay otra prueba; y le aclaro que esto ni siquiera lo estoy diciendo yo, es como si lo estuviese diciendo ella. Es extraño que ella dijera cosas así, que las dijera todo el tiempo durante años y que yo no me haya dado cuenta nunca. Ella habría dicho que la prueba de que existe es que es hermoso. Todo lo demás son palabras.

Imagen: Google
Fragmento: Carpe diem. Las maquinarias de la noche. Abelardo Castillo.

No hay comentarios: